martes, 6 de enero de 2015

ENTRENANDO LOS CEREBROS EN NUESTRA CABEZA, CORAZÓN E INTESTINOS

La clave es hacer que las personas se comuniquen con sus tres cerebros, haciendo que se alineen acerca de un tema en particular y dejando que funcionen en su expresión más alta.

Recientes descubrimientos en la neurociencia han revelado que tenemos redes neurales complejas y funcionales –o cerebros- en nuestro corazón e intestino. Llamados sistemas nerviosos cardiaco y entérico, respectivamente, estas redes nerviosas muestran niveles sorprendentes de memoria e inteligencia y hay una creciente colección de evidencias de que estos cerebros están relacionados profundamente en el control y procesamiento de numerosas funciones y  habilidades conductuales básicas.
Combinando estos descubrimientos de la neurociencia con la investigación de modelos conductuales, han emergido varias ideas con profundas implicaciones en el ámbito del entrenamiento, couching y el liderazgo adaptivo.

Investigación de modelos conductuales

Durante los últimos tres años, basados en estos descubrimientos de la neurociencia, hemos desarrollado una investigación de modelos conductuales acerca de cómo funcionan los cerebros del corazón y los intestinos en las áreas prácticas de toma de decisiones, tomar acción, intuición, relaciones, liderazgo y desarrollo personal. Junto con esta investigación, el análisis de evidencias de un amplio cuerpo de fuentes divergentes muestra que los cerebros del corazón e intestinos están involucrados en la representación y el procesamiento de formas específicas de inteligencia así como en funciones intuitivas.

Por ejemplo, el corazón ha sido optimizado para procesar emociones como amor, alegría, conexión, mientras que los intestinos manejan la protección, la auto-preservación, la identidad más básica y la movilización.

Lo que podemos apreciar es que cada cerebro tiene un camino de comunicación fundamentalmente diferente y diferentes preocupaciones y dominios de competencia.

Estos descubrimientos apoyan también nociones comunes como la de confiar en el “instinto visceral” o la de ser “leal a tu corazón” y apoyan las afirmaciones de muchos otros campos como el del liderazgo adaptativo, que dice que los líderes integrales necesitan usar no sólo sus cabezas, si no también l inteligencia innata y la sabiduría del corazón e intestinos.

Funciones principales

Nuestras investigaciones indican que hay tres funciones primarias para cada uno de estos centros neurales o cerebros:

CEREBRO CARDIACO
Emociones: procesamiento emocional (enojo, dolor, odio, alegría, felicidad, etc.)
Valores: Procesa qué es importante para mí y mis prioridades (y sus relación con la fuerza emocional de mis aspiraciones, sueños, deseos, etc.)
Afecto Relacional: Mi conexión emocional con los otros (sentimientos de amor, odio, indiferencia, compasión, agrado, desagrado. etc.)

CEREBRO ENTÉRICO
Identidad primaria: Sentido profundo y visceral del ser primario. Determina en los niveles más profundos qué soy yo y qué no soy yo.
Auto-preservación: auto protección, seguridad, límites, apetitos y aversiones
Movilización: Motilidad, impulso y voluntad para la acción, valor visceral.

CEREBRO DE LA CABEZA
Percepción cognitiva: cognición, percepción, reconocimiento de patrones, etc.
Pensamiento: razonamiento, abstracción, análisis, síntesis, meta-cognición, etc.
Dar sentido: procesamiento semántico, lenguaje, narrativa, metáfora, etc.


Cada cerebro tiene su propio dominio de competencia y por definición no es el más competente en las otras funciones primarias. Este error puede verse típicamente en organizaciones donde el cerebro de la cabeza es usado para definir los valores corporativos en los que el cerebro del corazón de la gente no está interesado, o donde el cerebro de la cabeza es usado para designar planes de acción en los que el cerebro entérico no se siente involucrado. Otros numerosos ejemplos abundan en la vida cotidiana de las corporaciones.

Lo que es crucialmente importante  en estas Expresiones más altas es que sólo pueden ser accesadas y activadas cuando una persona se encuentra en un estado óptimo de balance neurológico, conocido como “coherencia autonómica”. Esta sucede cuando la persona no está ni muy estresada ni muy relajada, si no en un estado de “flujo”. Y tiene sentido pensar que a menos que una persona está en un estado neurológico fluido, sus percepciones de cualquier tema o situación en particular así como la subsecuente toma de decisiones no corresponderán con la realidad.


 Grant Soosalu y Marvin Oka