La clave es
hacer que las personas se comuniquen con sus tres cerebros, haciendo que se
alineen acerca de un tema en particular y dejando que funcionen en su expresión
más alta.
Recientes descubrimientos en la neurociencia han
revelado que tenemos redes neurales complejas y funcionales –o cerebros- en
nuestro corazón e intestino. Llamados sistemas nerviosos cardiaco y entérico,
respectivamente, estas redes nerviosas muestran niveles sorprendentes de
memoria e inteligencia y hay una creciente colección de evidencias de que estos
cerebros están relacionados profundamente en el control y procesamiento de
numerosas funciones y habilidades
conductuales básicas.
Combinando estos descubrimientos de la
neurociencia con la investigación de modelos conductuales, han emergido varias
ideas con profundas implicaciones en el ámbito del entrenamiento, couching y el
liderazgo adaptivo.
Investigación de modelos conductuales
Durante los últimos tres años, basados
en estos descubrimientos de la neurociencia, hemos desarrollado una
investigación de modelos conductuales acerca de cómo funcionan los cerebros del
corazón y los intestinos en las áreas prácticas de toma de decisiones, tomar
acción, intuición, relaciones, liderazgo y desarrollo personal. Junto con esta
investigación, el análisis de evidencias de un amplio cuerpo de fuentes
divergentes muestra que los cerebros del corazón e intestinos están
involucrados en la representación y el procesamiento de formas específicas de
inteligencia así como en funciones intuitivas.
Por ejemplo,
el corazón ha sido optimizado para procesar emociones como amor, alegría,
conexión, mientras que los intestinos manejan la protección, la auto-preservación,
la identidad más básica y la movilización.
Lo que
podemos apreciar es que cada cerebro tiene un camino de comunicación
fundamentalmente diferente y diferentes preocupaciones y dominios de
competencia.
Estos
descubrimientos apoyan también nociones comunes como la de confiar en el “instinto
visceral” o la de ser “leal a tu corazón” y apoyan las afirmaciones de muchos
otros campos como el del liderazgo adaptativo, que dice que los líderes
integrales necesitan usar no sólo sus cabezas, si no también l inteligencia
innata y la sabiduría del corazón e intestinos.
Funciones
principales
Nuestras
investigaciones indican que hay tres funciones primarias para cada uno de estos
centros neurales o cerebros:
CEREBRO CARDIACO
Emociones:
procesamiento emocional (enojo, dolor, odio, alegría, felicidad, etc.)
Valores:
Procesa qué es importante para mí y mis prioridades (y sus relación con la
fuerza emocional de mis aspiraciones, sueños, deseos, etc.)
Afecto Relacional:
Mi conexión emocional con los otros (sentimientos de amor, odio, indiferencia,
compasión, agrado, desagrado. etc.)
CEREBRO ENTÉRICO
Identidad
primaria: Sentido profundo y visceral del ser primario. Determina en los
niveles más profundos qué soy yo y qué no soy yo.
Auto-preservación:
auto protección, seguridad, límites, apetitos y aversiones
Movilización:
Motilidad, impulso y voluntad para la acción, valor visceral.
CEREBRO DE LA CABEZA
Percepción
cognitiva: cognición, percepción, reconocimiento de patrones, etc.
Pensamiento:
razonamiento, abstracción, análisis, síntesis, meta-cognición, etc.
Dar sentido:
procesamiento semántico, lenguaje, narrativa, metáfora, etc.
Cada cerebro tiene
su propio dominio de competencia y por definición no es el más competente en
las otras funciones primarias. Este error puede verse típicamente en
organizaciones donde el cerebro de la cabeza es usado para definir los valores
corporativos en los que el cerebro del corazón de la gente no está interesado,
o donde el cerebro de la cabeza es usado para designar planes de acción en los
que el cerebro entérico no se siente involucrado. Otros numerosos ejemplos
abundan en la vida cotidiana de las corporaciones.
Lo que es
crucialmente importante en estas
Expresiones más altas es que sólo pueden ser accesadas y activadas cuando una
persona se encuentra en un estado óptimo de balance neurológico, conocido como “coherencia
autonómica”. Esta sucede cuando la persona no está ni muy estresada ni muy
relajada, si no en un estado de “flujo”. Y tiene sentido pensar que a menos que
una persona está en un estado neurológico fluido, sus percepciones de cualquier
tema o situación en particular así como la subsecuente toma de decisiones no
corresponderán con la realidad.
Grant Soosalu y Marvin Oka